Lucía Ferreiro, Cofundadora de Campus Explora.
Ahora bien, ¿responde el concepto científico de Aprendizaje Activo esta definición intuitiva? Como gran parte de los conceptos en ciencias sociales, no existe acuerdo acerca de cómo definir el Aprendizaje Activo.
El problema deriva de su amplitud. Aprender haciendo es un cajón desastre donde puede caber (casi) todo.
Tabla de contenidos
Historia y definición de Aprendizaje Activo
En los años 90, Bonwell y Eison (1991) quisieron clarificar el uso que se hacía del término.
Para ello realizaron una revisión de la literatura científica que existía hasta el momento para el informe anual de la Asociación para el Estudio de la Educación Superior (ASCHE-ERIC Higher education report), entidad estadounidense dedicada a la investigación y la divulgación científica de cuestiones relacionadas con la enseñanza universitaria.
Características del Aprendizaje Activo
En dicho informe, el Aprendizaje Activo se identifica con la puesta en práctica de las siguientes estrategias de enseñanza (1991:19):
- Los estudiantes se involucran en el proceso de aprendizaje que consiste en ir más allá que, simplemente, escuchar.
- Se realiza un menor énfasis en la transmisión de la información y se hace un mayor hincapié en desarrollar las competencias de los estudiantes. El aprendizaje se concibe como un proceso de construcción del conocimiento y no como una memorización y absorción de contenidos.
- Los estudiantes se implican en capacidades mentales de orden superior (análisis, síntesis y evaluación).
- Los estudiantes se involucran en actividades (lectura, discusión, escritura).
- Se acentúa la exploración de los propios valores y actitudes.
A partir de estos rasgos que se atribuyen al concepto, los autores definen el Aprendizaje Activo como “cualquier [actividad] que implique a los estudiantes en hacer cosas y pensar sobre lo que hacen” (1991:19).
Como se puede observar, la definición no se queda en el nivel intuitivo de “aprender haciendo” sino que incluye la reflexión sobre el propio aprendizaje.
Esto último es muy importante porque pone de relevancia la cuestión de que no es suficiente con hacer, sino que debe existir un componente metacognitivo, esto es, de consideración acerca de la actividad que se lleva a cabo.
Por tanto, los objetivos del Aprendizaje Activo son dos: aprender haciendo y reflexionar sobre sobre qué y cómo se hacen las cosas.
El constructivismo en la educación
Esta idea de la reflexión va de la mano de las teorías constructivistas de la educación.
No en vano, el Aprendizaje Activo aunque no es exclusivo del constructivismo, en las últimas dos o tres décadas, se ha desarrollado fundamentalmente desde este paradigma.
Las teorías constructivistas aparecen a menudo en la prensa de la mano de los múltiples cambios de leyes educativas que varían en función del color del gobierno de turno.
Desde la izquierda se alaban y se enfatiza cómo resulta necesario un cambio en el sistema educativo que esté orientado a las competencias.
Por el contrario, la derecha considera que la penetración de dichas ideas desde los años 70 en el sistema educativo ha supuesto una paulatina degradación en la cultura del esfuerzo.
El hecho de que se haya convertido en un campo de batalla en la lucha ideológica dificulta que el ciudadano de a pie sepa bien qué es eso del constructivismo y mucho menos el alcance que tiene o deja de tener en su aplicación educativa.
Como argumenta Coll (2001: 20): “La idea original del constructivismo sugiere que el conocimiento y el aprendizaje no se derivan de una lectura directa de la realidad, sino que tanto la realidad como la experiencia son el resultado de una actividad”.
Visión del aprendizaje
Según Coll, la generalización de dichos enfoques constructivistas en la educación ha llevado a tener una visión del aprendizaje que también es “individual e interno».
Individual, porque los alumnos deben llevar a cabo su propio proceso de construcción de significados y de atribución de sentido sobre los contenidos escolares sin que nadie pueda sustituirlos en esta tarea.
Interno porque el aprendizaje no es resultado de la pura y simple lectura de la experiencia, sino que es más bien el fruto de un complejo e intrincado proceso de construcción, modificación y reorganización de los instrumentos cognitivos y de los esquemas de interpretación de la realidad” (2001:57).
Se puede resumir las dos citas anteriores, algo complejas, en una idea esencial:
Desde el constructivismo se cree que el aprendizaje es un proceso en el cual los alumnos “construyen” su propia comprensión de la realidad.
Desde este ámbito de las ideas (cómo se entiende que se produce el aprendizaje), se postula por una transformación en el sistema educativo en el cual las metodologías activas adquieren un lugar primordial como el instrumento para llevar a cabo ese cambio y romper con el modelo “tradicional” de emisor receptor, pues no hay cambio de modelo educativo sin unas metodologías que lo acompañen.
No obstante, qué se considera por metodologías activas, su eficacia como forma de aprendizaje, la opinión que tienen los docentes y los alumnos sobre sus beneficios y otras cuestiones se abordarán en sucesivas entradas del blog.
Bibliografía
Bonwell, Charles C. y Eison, James A. (1991): “Active learning: creating excitement in the classrooms, ASHE-ERIC Higher Education Report, Washington DC: George Washington University.
Coll, César (2001) “Concepciones y tendencias actuales en psicología de la educación”, in Cesar Coll, Jesús Palacios y Álvaro Marchesi (comps.), Desarrollo psicológico y educación. Madrid: Alianza Editorial.