Lucía Ferreiro, Cofundadora de Campus Explora.
Pese a la diferencia que separa a la educación escolar de la superior, existen cinco medidas que ayudarían enormemente a una correcta implementación del Aprendizaje Activo en cualquier nivel educativo.
Tabla de contenidos
¿Qué pueden hacer los profesores?
Realizar una actividad de cierre metacognitiva
Se sabe que los profesores tienen múltiples concepciones sobre qué es el Aprendizaje Activo.
Casi todos coinciden en que los alumnos hacen algo y que co-construyen el conocimiento junto a sus compañeros (Ferreiro, 2022).
Por tanto, son conscientes de que no se trata de un proceso de aprendizaje basado en el esquema emisor receptor.
Sin embargo, rara vez se dan sesiones de cierre (debriefing) cuyo enfoque esté en pensar juntos qué y por qué se han hecho las cosas de una determinada forma, las dificultades que han surgido, cómo se han solucionado, así como qué se podría haber hecho de modo distinto.
Hay que recordar la definición de Bonwell y Eison (1991) quienes incluyen en la conceptualización del término “Aprendizaje Activo” el proceso metacognitivo de reflexión sobre el propio proceso de aprendizaje.
Advertir de la necesidad de seguir la indicación de estos dos autores en la práctica del aula no es un ejercicio de purismo académico, sino que una actividad de cierre mal hecha puede dar lugar a que ese aprendizaje no se produzca y el ejercicio se quede en haber hecho algo pero sin que los alumnos comprendan muy bien qué estaban haciendo y por qué lo hacían.
Evaluar el aprendizaje antes y después de la actividad de Aprendizaje Activo
Los profesores suelen confundir la evaluación del aprendizaje durante la actividad con una evaluación, numérica o no, del entregable que se ha de hacer como resultado del ejercicio.
Una actividad de Aprendizaje Activo suele llevar aparejada la entrega de una tarea que suponga el resultado de lo realizado.
Evidentemente, cualquier cosa que se pida a los alumnos ha de ser evaluada y puede tener todo el sentido del mundo realizar un trabajo como colofón de la actividad.
Pero no se puede confundir evaluar un entregable con medir el aprendizaje que ha resultado de realizar dicha actividad.
Para saber la eficacia del trabajo activo es necesario utilizar medidas objetivas y realizar tanto un pretest de conocimientos antes de llevar a cabo la actividad y otro postest una vez concluido el ejercicio.
Es importante que la valoración de lo aprendido no se base en la percepción subjetiva del alumno, pues se ha estudiado cómo los estudiantes sobrevaloran el conocimiento adquirido (2020).
A esto cabe añadir que tampoco sirve la estimación del aprendizaje realizada por el propio profesor, dado que es igualmente subjetiva.
¿Qué pueden hacer los centros educativos?
Tener aulas modulares es fundamental para el Aprendizaje Activo.
El Aprendizaje Activo requiere que los alumnos se muevan por el aula y colaboren entre ellos.
Es evidente que esto es imposible si hay mesas y/o sillas fijadas en el suelo.
En la educación no universitaria, el aula modular está tan extendido que se puede uno aventurar a asegurar que, a día de hoy, es la norma.
Sin embargo, según se avanza por los distintos cursos, el Aprendizaje Activo se suele utilizar menos y la disposición de las mesas se tiende a articular en torno al modelo “tradicional” de clase magistral, esto es, una disposición de mesas por parejas o tríos que miran hacia el profesor.
Las mesas y/o las sillas están fijadas al suelo y en las instituciones más antiguas incluso existe un estrado para el profesor.
Se marca así una diferencia de altura entre profesor y alumno que es tanto material como simbólica.
Como no parece realista abogar por un cambio de la totalidad de las aulas en estas universidades construidas en pleno siglo XX, si resulta más lógico y razonable demandar que en cada facultad exista un aula habilitada para el Aprendizaje Activo, de modo que se pueda usar de forma puntual por los profesores para este tipo de actividades.
¿Qué pueden hacer las instituciones públicas?
Incentivos económico para los profesores que implementen nuevas prácticas docentes donde se demuestre el aprendizaje de los alumnos.
Resulta importante que los docentes estén contentos y cómodos con su trabajo.
Al fin y al cabo, el papel de los profesores tiene un gran impacto en el desarrollo de los estudiantes, tanto académicamente como personalmente.
Los docentes, al igual que los alumnos, también necesitan un feedback que refuerce su trabajo y les haga saber que van por un buen camino.
Un buen salario, condiciones laborales óptimas y un ambiente de trabajo agradable son aspectos que los docentes suelen tener en cuenta a la hora de implementar buenas prácticas educativas, incluído el Aprendizaje Activo.
No obstante, lo más importante para que un profesor pueda llevar a cabo las técnicas del Aprendizaje Activo son los recursos.
Un docente no podrá implementar el Aprendizaje Activo si no cuenta con las herramientas necesarias para ello.
Es vital poder contar con un aula adaptada a este tipo de enseñanza, materiales que faciliten la implementación (como herramientas tecnológicas o programas) y los conocimientos necesarios para llevar a cabo el Aprendizaje Activo.
Biblioteca de actividades por asignatura y curso
La idea de tener una biblioteca surge de la edición del libro de Metodologías activas en las aulas de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.
Los autores de los distintos capítulos expresaron el enorme trabajo que había supuesto realizar la simulación, con las exigencias de medición de los resultados exigidos para que el libro tuviera estándares científicos.
Ahí nació la idea de compartir la simulación realizada con los compañeros de tal modo que, al menos, en cada centro educativo unos docentes pudieran utilizar las simulaciones de otros, de modo que el tiempo invertido en hacer simulaciones consistiera sólo en aprender la dinámica de su ejecución y no en el diseño.
Esta idea tiene sentido si trasciende una metodología concreta y un centro educativo específico.
Se trataría de hacer una enorme biblioteca a nivel nacional o regional donde cada profesor pudiera hacer uso del material creado para su asignatura siempre y cuando ese docente aportara contenido a este “banco” de contenidos.
Existen también otras formas de aplicar esta idea a través de un servicio de pago, por ejemplo, que las principales editoriales vendieran este tipo de contenido.
El punto es facilitar al profesor los recursos para que pueda tomar la decisión de qué metodología es la más adecuada para aprender determinado contenido
Para poder implementar el Aprendizaje Activo es necesario que contribuyan todos los componentes que forman parte de la educación.
Profesores, instituciones, estudiantes… todos ellos deben trabajar juntos hacia la innovación en la enseñanza.
En Campus Explora sabemos cómo implementar el Aprendizaje Activo gracias a los grandes profesionales con los que contamos día a día.
Bibliografía
Bonwell, Charles C. y Eison, James A. (1991): “Active learning: creating excitement in the classrooms, ASHE-ERIC Higher Education Report, Washington DC: George Washington University.